Hoy, elijo pensar que él me recordará
Dec 06, 2025
Hoy, elijo pensar que él me recordará.
El momento
Me acerqué a él para compartirle lo que me provocó su presencia en el lugar.
Me animé porque no siempre nos acercamos a las personas a decirles lo que sentimos al verlas.
Era un sábado tranquilo, casi a medio día, en mi cafetería favorita cerca de donde vivo.
Esta vez no llevé mi laptop; sólo quería estar ahí, disfrutando del momento.
Tomé un par de fotos porque este lugar está lleno de detalles que me inspiran.
Entonces entró él, con su bicicleta.
Compartimos miradas: un hola silencioso, apenas un gesto sutil de la cabeza.
Desde que llegó me llamó la atención su cabello: una pequeña melena castaña, ligeramente rizada, escapando del casco.
Lo vi de espaldas y noté su cuerpo fuerte.
Había dos chicas en la mesa junto a mí, pero él y yo quedamos de frente, en diagonal.
Por momentos dirigí mi mirada hacia él con temor a que lo notara.
Aún soy tímida, sobre todo cuando un hombre es tan guapo.
Cada quien estaba en lo suyo, atrapados en sus pensamientos y en ese ladrón de oportunidades llamado celular.
Me animé.
No quise quedarme con el deseo de hablarle.
Pedí la cuenta, la pagué, di un par de pasos hacia su mesa.
—Hola, ¿te puedo hacer un comentario? —le pregunté.
Él levantó la mirada y pude ver sus ojos color café claro.
Asintió, sorprendido quizás de que una desconocida se acercara a hablarle.
—Quiero compartirte algo que pensé cuando entraste —le dije—.
No siempre decimos cuando alguien nos provoca algo bonito.
Soy escritora y suelo venir a esta cafetería a buscar inspiración o simplemente a tomar un café.
Hace unos minutos estaba reflexionando sobre cómo aprovechar mejor mis fines de semana… y justo en ese momento entraste tú con tu bici.
Me recordaste que vivo cerca del bosque y que podría ir más seguido a inspirarme ahí.
Así que gracias… porque, sin saberlo, me diste una respuesta.
Mientras hablaba, su expresión cambió.
Se recargó en el respaldo de la silla, amplió el pecho, levantó un poco más la mirada.
No sé si escuchó cada palabra, pero sí noté que entendió que yo no iba a pedir nada, sino a regalarle algo.
Una sensación.
No recuerdo exactamente lo que él respondió; algo como:
—Sí, aquí vienen muchos ciclistas.
—Lo sé —le dije sonriendo—. Vengo seguido.
¿Cómo te llamas?
—Rodrigo —respondió, peinándose hacia atrás.
Pensé: qué guapo es.
—Mucho gusto, Rodrigo. Yo soy Annely.
Y ahí terminé.
Me sentí expuesta, así que cerré la escena con sutileza:
—Bueno… pues gracias, Rodrigo. Que disfrutes tu desayuno.
Le toqué el brazo al despedirme.
Sentí la firmeza de alguien que ejercita su cuerpo.
Me di la media vuelta sin mirar atrás.
Mientras caminaba hacia mi auto, sonreía.
Me sentí bien por no quedarme con los deseos de decir lo que sentí.
Pensé: "debo traer siempre conmigo separadores de mi libro en mi bolsa".
Tal vez le hubiera gustado recibir uno.
Pero creo que fue perfecto así: un encuentro sin expectativas, sin intención alguna más que sembrar un instante bonito.
No espero nada de él.
Y aun así, me gusta pensar que me recordará como esa mujer que, de la nada, se acercó a compartirle algo que su presencia despertó en ella.
Lo que aprendí de mí misma
Hoy experimenté la sutileza de expresar algo sin esperar algo a cambio.
Aprendí que acercarme a alguien no se trata de ser elegida, sino de elegirme a mí misma.
De honrar mi impulso.
De jugar con la vida.
De permitir que mi energía se mueva.
De sembrar belleza en la memoria de los otros.
Entendí que puedo vivir desde una valentía tranquila, sutil.
Que puedo abrir pequeñas puertas hacia el amor sin que eso implique perderme.
Que puedo ser una mujer que deja huellas suaves, instantes brillantes, encuentros breves que también cuentan.
Y entendí, sobre todo, que estoy aprendiendo a permitirme posibilidades.
A practicar la apertura.
A coquetearle al destino sin urgencia.
A dejar que la vida me vea.
A regalar momentos que quizás alguien recuerde más tarde.
Descubrí que eso también es amor:
el que me doy cada vez que elijo VIVIR y no me quedo con los deseos de experimentar.
Hoy, confirmé que la valentía suave también es un camino hacia mí.
Que tener apertura para avanzar por un instante,
me acerca a lo que la vida quiera traer.
Y, también hoy, elijo pensar que él me recordará.
—Annely Rodríguez
Escribo para comprenderme. Comparto para acompañar.